Niflheimr, el Mundo de la Niebla en la Mitología Nórdica

por Tarwe Hrossdottir

 

Niflheimr, Niflheim o Nifelheim. Los ancestros de la mayoría de las tradiciones espirituales de este planeta, mencionan que en el principio solo había caos. Quizás no el caos como lo pensamos ahora, más relacionado con la palabra desorden. Este era un caos de potencial. Estaban en él todos los ingredientes para crear, incluidas las fuerzas que pondrían todo en marcha. Allí estaban los pensamientos, las emociones, lo que había sido y lo que sería, todo diferenciado pero junto.

En ese caos nada tenía nombre, puesto que solo hasta que el humano observa algo siente la necesidad de definirlo.

Es hasta que los humanos inventamos la mitología cuando cada parte de ese oscuro océano, toma la forma de un monstruo o un ángel. Antes de eso, antes de que nosotros le regalemos un ego, las cosas solo SON.

Hoy, pensando en escribir este artículo, me vino a la mente el Requiem de Mozart.

Si tuviera que ponerle un sonido a ese caos, probablemente elegiría esta pieza. Pareciera como si Mozart durante su creación, se hubiera sumergido en esa marea oscura y turbia que lo contenía todo, y al transformar sus visiones en sonido, hubiera combinado la sobriedad con la alegría, y la tristeza y el misticismo, y la grandeza con el fracaso. Imagino la mezcla de emociones, la absoluta desolación y la más pura felicidad explotando en sus ojos desde el Gran Espacio (Ginnungagap) gestando al Niño del Espacio en 2001: Odisea del Espacio. Sí, quizás es un poco loco, pero así me lo imagino.

Y allí, del encuentro entre el Hielo y el Fuego, emergió el primer sonido y con él, la primera palabra. Y no hubo vuelta atrás.

 

Niflheim. El primer sonido, el primer ser: la confusión.

La palabra Nifl deriva del islandés, y significa algo así como oscuridad. Pero hay que aclarar este concepto. Esta oscuridad es la que emana del vapor entre el frío y el calor, es algo así como nebuloso (del Proto Indo Europeo *neb’os, nube, niebla). Y está presente en el proto germánico (*nebulaz), en el latín (nebula), en el anglosajón (nifol) y en el holandés (nevel).

En este momento, la existencia de Niflheimr, vino a ser y a partir de ese momento solo restaba esperar a que el limo del río y el agua generaran a la primera criatura: Ymir, pero esa es otra historia.

[Tweet “La palabra Nifl deriva del #islandés, y significa algo así como #oscuridad.”]

El Nacimiento de Dios

El adormilado ser que se gestó durante eones en el vientre del universo, pasó el canal de parto y fue recibido en una tierra yerma, hosca, dura, fundente y gélida. Tengo que limitarme al vocabulario para describir el profundo dolor que ese ser tuvo que pasar. Había nacido en el Homo Sapiens la borrosa idea de un Dios*.

Allí estaba, eso que había existido en el equilibrio dinámico del espacio, siendo cúmulos estelares, asteroides y agujeros negros, ahora terriblemente confinado a ser la idea de alguien más.

El potencial infinito tuvo que entrar en la forma de un ser humano. Constreñidas las posibilidades de todo lo que fue, es y será a un número finito de células, funciones y formas, el ser infinito tuvo que encogerse a 1850 centímetros cúbicos.

En ese preciso instante comenzó a percibir toda la gama de las emociones de su creador: por primera vez fue miedo, rabia, celos, lujuria, posesión. Dolor, un agudo y profundo dolor lo inundó en todo su ser, porque nunca más podría regresar a la paz primordial del polvo estelar.

Se supo preso en este planeta y, desconcertado, descubrió algo más: la visión.

Hasta ese momento había sido un feto abandonado en la aridez de la tierra madre. Ahora había abierto los ojos por primera vez y observó a su creador. No con nitidez, sino con la vista borrosa del que abre los ojos por primera vez. Solo veía siluetas deformadas por la oscilante luz del fuego, que proyectaba las sombras de los habitantes de la cueva.

Al parecer caminaba entre ellos pero nadie lo veía. Todavía no estaba acostumbrado a sostener su peso en esta atmósfera, y los músculos se sentían como trozos de plomo atados a un hilo. Torpemente se abría paso entre restos de animales, cenizas y grasa. Caminaba trastabillando acercándose a una figura junto a la pared. Seguía sin poder ver claramente, pero enfocando los ojos había encontrado varios rasgos en la pared. Estaban delineados pobremente en negro, y tuvo que forzar lo que llaman cerebro para entender de qué se trataba todo eso.

Observó una escena completa que no pudo comprender. Pero de entre todos, supo instintivamente hacia donde enfocar su visión. Había al centro un personaje desnudo, tal como estaba él, con una cornamenta sobre la cabeza. El personaje dominaba la pared creando una posición de poder al centro de todos los demás trazos. Y torpemente, pegándose a veces en el rostro, manejo sus extremidades superiores hasta buscar lo más alto de sí mismo. Y allí los encontró. Grandes, pesados, demandantes, invasivos, poderosos.

Salió corriendo de aquel lugar inmediatamente, en un estado frenético y en medio de la taquicardia más violenta.

Sin ver gran cosa, solo corría despavorido hacia donde fuera que esa carrera lo llevara.

Hasta que sintió que sus pies chocaron con algo diferente, era una especie de líquido que le ofrecía alivio al ardor de su piel comprimiendo su ser. Se sentó y poco a poco la respiración agitada dio lugar a un sollozo. Un estado catártico comenzó a tomar posesión de él y empezó a temblar con tal frenesí que los dientes parecía que se le saldrían.

Al final vinieron los espasmos, y lentamente una sensación de quedarse en paz lo absorbió hasta que se durmió.

A la mañana siguiente, recordando poco del día anterior, abrió los ojos y se acercó al agua, ahora todo era mucho más claro que ayer. Se enjuagó la cara y sin querer, fijó la vista intrigado en las ondas que hacía el líquido, hasta que este cesó su movimiento. Y se reconoció por primera vez.

Ese era él, aterrado como quien se mira a los ojos por más de cinco minutos, se hizo consciente por primera vez del cuerpo que le habían creado. Un torrente de emociones comenzaron a pasarle por el cuerpo, todo era nuevo en sus escasas horas de vida, y esto que sentía era simplemente desconcertante. Sintió cada gota de sangre, escuchó el latido de su corazón en cada célula, se observó a sí mismo en la más absoluta honestidad y allí, reconoció su poder.

Irguió el torso orgulloso, se puso de pie y miró su creación por primera vez. Él era el rey todopoderoso de todo lo que contemplaban sus ojos. Desde la abeja hasta las infinitas estrellas, todo le pertenecía. Su justicia decidiría el destino de los habitantes de la cueva: su misericordia los perdonaría y su ira los condenaría.

 

Niflheim. Lo No Concreto

Niflheimr es el hogar de lo yermo, que no lo muerto. En sus páramos (Niflhel) yacen los espectros, los que no tuvieron la gloria de ir al Valhöll, ni a Helheimr. Nadie se muere totalmente en las Tierras del Norte. No es diferente de la vida en Midgard.

En el espíritu de la confusión, nadie sabe exactamente si el reino de Hella se encuentra aquí o bajo Svartalfheimr. Algunos textos se refieren a Hel y otros a Niflhel como dos lugares distintos, en otros parecen ser el mismo. En unos Hel es un lugar cálido y frondoso, en otros es un lugar gélido y helado.

 

[Tweet “#Niflheimr se encuentra en una de las tres raíces del #Yggdrasil.”]

 

Geografía chamánica

Niflheimr o las Tierras de la Niebla, se encuentran en una de las tres raíces del Yggdrasil. En las otras dos están Svartalfheimr y Jotunheimr.

En el centro de estas tierras brota el manantial Hvergelmir, que se origina en el centro del universo, ahí donde todo comenzó. Esta cálida fuente o geiser (literal significa caldera de agua caliente) derrite el hielo a su paso y da lugar a once arroyos (a veces 10 o 12) de agua helada:

  1. Svöl, frío.
  2. Gunnthrá, dolor en batalla.
  3. Fjörm, precipitación.
  4. Fimbulthul, viento poderoso.
  5. Slíd, peligroso.
  6. Hríd, tormenta.
  7. Sylg, sorber.
  8. Ylg, loba.
  9. Víd, amplio.
  10. Leipt, destello.
  11. Gjöll, ruidoso.

Estos se llaman los Élivágar (vag, ola; hel, hielo) y ya existían antes de que todo se originara.  Hoy en día diríamos que estos ríos eran algo así como el producto de la lluvia ácida de la primera atmósfera en el planeta. No llevaban agua, sino algo parecido a ácido, veneno o materia fermentada o en descomposición. Otras de las versiones es que en el Gylfaginning (en la Edda en prosa), se dice que hay muchas serpientes en Hvergelmir, por lo que su abundante veneno puede ser lo que da vida a estos arroyos. La más importante de ellas es Nídhögg

Según Snorri, también está aquí el puente Gjallarbrú (puente sobre Gjöll) y menciona que está cerca de la puerta de Hel (más confusión al asunto del cual escribiré un artículo especial).

 

Niflheim: el inicio y el final.

Niflheimr estuvo involucrado en la creación del mundo y para ser coherentes, también lo está en su destrucción, tal como lo dice la última stanza de la Völuspá.

Þar kømr inn dimmi 
dreki fljúgandi, 
naðr fránn, neðan 
frá Niðafjöllum. 
Berr sér í fjöðrum 
– flýgr völl yfir – 
Níðhöggr nái – 
nú mun hon søkkvask. 

~

Ahí viene el oscuro dragón volando desde Nidjfell,
Níðhöggr, la serpiente del inframundo.
Trayendo en sus alas los cuerpos,
volando sobre la planicie
ella su sumergirá.


             


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*Entiéndase Dios como concepto, sin género alguno.

Créditos:

Imagen con licencia Creative Commons tomada de http://lish-stock.deviantart.com/art/Blue-cloud-texture-17025793

Referencias:

http://indo-european.info/pokorny-etymological-dictionary/index.htm

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